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¿Podemos decir que hay empleados “tóxicos”?

La palabra de moda ha llegado hasta los entornos más corporativos para referenciar a aquel empleado que con sus actos o actitudes afecta


La palabra de moda ha llegado hasta los entornos más corporativos para referenciar a aquel empleado que con sus actos o actitudes afecta la armonía del grupo, distrae la atención hacia los objetivos comunes, indispone a sus compañeros o, incluso, obstaculiza el cumplimiento de tareas y el ejercicio de la organización.

Podemos decir que un empleado “tóxico”:

· Se queja de su trabajo, sus jefes, la organización, sus clientes y hasta de sus compañeros.

· Es una persona que se queda en la queja sin hacer aportes constructivos en beneficio de todos.

· Es el socio fundador del club de chismes de la empresa, ama el drama, le gusta alimentar los rumores y disfruta viéndolos crecer como una bola de nieve.

· Busca entre el equipo de trabajo ciertas personas con las cuales comentar despectivamente acerca de las decisiones de los jefes o la Junta Directiva.

· Habla mal de la empresa en la que trabaja, de sus jefes y hasta de sus compañeros, llegando incluso a manifestar abiertamente frente a sus pares su deseo de cambiar de trabajo.

En unos niveles de “toxicidad” más bajos, también puedes encontrarte con colaboradores que dan solo lo necesario, se les nota distraídos por momentos y no oyes de ellos el más mínimo aporte o entusiasmo con su labor.

Estos comportamientos responden principalmente a la desmotivación, que en el menor de los casos puede ser el sentimiento más fácil de manejar, frente a otros como la frustración, la rabia, el desasosiego o incluso la mala ética laboral

Si has relacionado alguno de los comportamientos antes mencionados con uno de los trabajadores de tu equipo, es momento de determinar, en primer lugar, qué “tan tóxico” es el comportamiento de esta persona y qué tanto influye en los demás y, en segundo lugar, preguntarse cómo ha sido la trayectoria de este empelado en la organización evaluando si se trata de un comportamiento aislado que pueda responder a un momento difícil y pasajero de su vida.

Antes de tomar la decisión de despedirle hay algunas acciones que pueden ayudarte a decidir si esta persona merece una segunda oportunidad o si es mejor que siga su camino en un nuevo entorno:

1. En privado, encuéntrate con esta persona, e inicia una conversación en la que reconozcas su valía para la empresa. Empezar en positivo te ayudará a desarmarle en caso de que esté a la defensiva o simplemente le recordará lo valioso que es para la organización.

2. Cuéntale el motivo de la reunión y hazle saber lo inaceptable que es su comportamiento. Puede que en medio de la situación que sea que esté viviendo, no se haya dado cuenta del mal ambiente que está generando ante sus compañeros.

3. No termines la conversación sin preguntarle cómo se siente, es posible que no haya encontrado antes el espacio para expresarse empeorando su comportamiento, permitirle que se exprese puede ser una fuente de introspección y entendimiento mutuo.

4. Haz acuerdos, se claro en lo que esperas de él y puntualiza los comportamientos que deben ser modificados. Solo así sabrán si hay mejoría o no.

Habla con seriedad y objetividad, este llamado de atención deberá bastar para que la persona se apropie de su comportamiento y tome la decisión de cambiar en beneficio propio y de todos. Si pasado cierto tiempo no notas mejoría y por el contrario el clima organizacional sigue viéndose afectado, es momento de tomar la decisión de darle vía libre para que continúe su crecimiento en un nuevo proyecto, fuera de tu organización.

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